Se cumplen hoy 17 años sin mi padre y he querido buscarlo en Internet para ver cómo se le recuerda.
Me ha hecho especial ilusión encontrar -ahora- esta entrevista fechada en 2003 publicada en la web
TESTIMONIOS PARA LA HISTORIA en la que reivindicaba el lugar que a su parecer le correspondía a la Radiología Vascular Intervencionista dentro de la medicina, y que no se le concedía.
Como pionero que fue de esta especialidad en España, le hubiera encantado saber que últimamente, hasta se habla de ella en los programas de televisión, por ser una técnica que no solo permite tratar determinadas patologías con mínima molestia para el paciente, sino que también está salvando muchas vidas.
Desde SIDI (La Sociedad Iberoamericana de Intervencionismo), lo presentan como "Dr. D. José María Rius Chornet, gran amigo y maestro. de muchos médicos" al compartir uno de sus artículos sobre drenaje percutáneo. Me ha gustado especialmente por el respeto y cariño que desprende. Y en estos años he podido constatar que también tiene mucha verdad: son varios los médicos que se han cruzado en mi camino, y que al saber mi apellido, me han preguntado si era familiar suyo. Al saber que era su hija, con gran emoción me han regalado preciosas anécdotas de los momentos compartidos con él.
En la web del Colegio Interamericano de Radiología dicen de él: "Con un fino olfato de futuro, fue capaz de intuir el gran salto que la radiología vascular debía realizar con el advenimiento de las técnicas intervencionistas, defendiendo esta evolución frente a compañeros de la propia especialidad que no vislumbraban el campo que se abría al intervencionismo guiado por la imagen y también frente a colegas de otras especialidades que veían a los radiólogos intervencionistas como competidores, cuando no intrusos."
Un análisis muy acertado, porque yo misma le escuché hablar en estos términos en muchas ocasiones. Una de sus mayores decepciones profesionales era comprobar como otros médicos ponían trabas al avance del intervencionismo a pesar de los enormes beneficios que tenía para los pacientes. En este sentido, mi padre era un médico admirable: siempre compasivo con los enfermos y poniendo en primer lugar su bienestar presente y futuro a la hora de tomar decisiones.
Como nota curiosa, también he encontrada una imagen digital de su orla de medicina que tantos años ví colgada de las paredes del pasillo. Está en la sección de "Colecciones" de la Universidad de Valencia.
Cuántas cosas he descubierto de él de forma póstuma. De lo que nunca me ha cabido duda es de que fue un profesional de primera línea, que luchó con fuerza por el reconocimiento de su especialidad -la Radiología Vascular Intervencionista-, y que dejó enseñanzas que han perdurado por décadas. Me siento por ello muy orgullosa de mi padre.
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