El 14 de febrero es un día que despierta emociones y sentimientos variopintos. Por ejemplo:
- Hay personas que desearían que este día no existiera y prefieren que pase lo más rápido posible porque no tienen con quien celebrarlo o porque la persona a quien aman no les corresponde. Y resulta muy difícil pasar este día por alto, ya que por todas partes –medios de comunicación, establecimientos comerciales, Internet, etc.- nos recuerdan que es un día señalado que celebrar junto al ser amado. ¡Qué martirio!
- - Hay otras personas que, teniendo pareja, no están “tan enamoradas”. Y este día –justamente por eso- resulta muy incómodo. Si no tienen un detalle especial, la otra persona se sentirá triste y ofendida, puede que incluso se enfade; pero celebrarlo con momentos románticos, tarjetas de felicitación o regalos especiales, supone un esfuerzo hipócrita que resulta incluso desagradable. Si encima hay una tercera persona con la que se desearía estar en ese momento; la situación se parece mucho a una tortura…
- - Por último están las parejas bien avenidas, para las que un día como éste supone una ocasión especial para demostrar sus sentimientos y saberse felices y afortunados por tener alguien con quien compartir su vida. Como todo, las relaciones pasan por momentos buenos y malos, pero si el balance es positivo, eso si que es una suerte. Aunque no se celebre.
- También es el día para recordar a esas personas que un día amamos de verdad y -por la razón que fuera- ya no forman parte de nuestras vidas, pero a las que no podemos olvidar.
A mí, el día de San Valentín me ha recordado este año algo que aprendí en el colegio y que –aunque a ratos se me olvida- siempre he tenido muy presente. ¿Cómo saber si la persona a quien amo es alguien que merece la pena? ¿Cómo saber si ese amor me conviene o me perjudica?
La respuesta es simple. El ser amado me conviene si -y sólo si- me ayuda a ser mejor persona. Y esta influencia, puede darse de forma consciente, porque esa persona me anima con sus palabras y su ejemplo a crecer; o inconsciente, porque me inculca el deseo de prosperar, de mejorar en distintos aspectos personales y profesionales, lo que hago por propia iniciativa y para resultar más interesante y atractiv@ ante sus ojos. Me convierto en mejor persona por amor. Ese es un amor que me conviene, un amor que me hace crecer y que añade valor a mi vida. Es un amor con futuro y que perdurará incluso cuando la pasión se haya ido. O por lo menos, tiene muchas probabilidades que así sea.
En cambio, si la persona a quien amo me influencia negativamente -por ejemplo, conservar la relación me lleva a realizar actos de los que luego me avergüenzo, me acostumbra a vicios que antes no tenía, me inculca actitudes personales negativas o me impide mejorar a nivel humano-, ese amor, no me conviene. Tanto si la influencia que ejerce sobre mi comportamiento y actitud es consciente o inconsciente, el futuro de esta relación es el fracaso, la infelicidad y la frustración personal. Porque cuando el amor se vaya, veré con claridad en lo que me he convertido y eso, no me gustará.
Desde luego, es muy difícil –por no decir imposible- racionalizar los sentimientos: uno no puede enamorarse de una persona porque sea la que le conviene. Eso, definitivamente, no se puede.
Lo que si es posible –aunque duele (y muchísimo)- es alejarse de alguien a quien amamos porque al fin somos conscientes de que nos perjudica.
Así que, la reflexión que yo te propongo en un día como hoy es, esa persona a quien amas, ¿Te hace feliz o te hace desgraciad@? ¿Te ayuda a ser mejor persona o te arrastra hacia la oscuridad?
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La canción del post es Nantes" de BEIRUT, porque -aunque no es precisamente nueva- hace poco que ha aparecido en mi vida y me gusta muchísimo. Además, tiene que ver con lo que aquí he escrito* ¿Quieres escucharla? Haz clic aquí.
4 comentarios:
Hola Miriam
Esta es exactamente la riflesión quel levo haciéndome desde hace una semana exacta… digamos que hubiera tenido que hacerla desde hace 5 meses… pero… uno no se enamora siempre de quien le más convenga, sino, de quien le guste (por cuales moticos luego no se sabe).
La conclusión a que he llegado es la que tu dices al final del post: es dificilisimo alejarse de alguien a quien amamos ( o que creemos de amar), pero que pasa se si me doy cuenta (realmente) de que, esta persona me ha convertido en alguien triste y sin ganas de nada? Es justo seguir esperando que esto cambie o es necesario cortar para no llegar al limite)
Son decisiones dificiles, pero importantes… y en todo esto tenemos siempre que pensar que la persona más importante del mundo… somos nosotros.
Tienes toda la razón, Maraina, seguro que sabrás tomar la decisión adecuada. Sólo me queda desearte mucha suerte, en la certeza de que la tendrás. Un abrazo.
Hola Miriam
Tu reflexión me parece muy exacta ;la parte de que el amor del otro te ha de hacer crecer positivamente. Y te hablo por experiencia xq hace 27 años que estoy con la misma persona y es la base para que piense en durar para siempre. Sin dudas.
Mar. Coma Roig
Hola Myriam.
Soy Rafa. Tal vez sea desfasada (en el tiempo) esta intervención, en este punto del foro, pero pienso que es un tema latente. Yo creo que deberíamos encadenar otra pregunta inmediatamente después de la que aquí planteas. "¿Existe algún enamorado que se la plantee? ¿Existe alguna diferencia entre amar y estar enamorado?
Yo creo que cuando una persona se enamora de verdad no hay fuerza en el mundo capaz de hacer que se analice la conveniencia de esa relación. Pero no nos equivoquemos porque, aquí, cabe interponer experiencias vividas que nos enseñan a canalizar y filtrar todos los sentimientos y sensaciones que el amor nos quiere inyectar en el corazón cuando volvemos a enamorarnos.
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